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Junta de Andalucía
IES TRAYAMAR

LESIONES DEPORTIVAS 4º ESO

 
 
(Tema extraído de “Conceptos y métodos para el entrenamiento físico” de Manuel Vinuesa e Ignacio Vinuesa. Ed. Ministerio de Defensa. Madrid 2016) 
 
Vamos a tratar el tema de las lesiones sin entrar en excesivas profundizaciones. Lo que nos interesa es conocer, tratar y saber prevenir las lesiones más frecuentes relacionadas con la actividad física que no siempre requieran un tratamiento médico.  Todo lo que aparezca en letra cursiva como esta, será contenido para aclarar o ampliar conocimientos, pero NO entrará en el examen.
 
     Antes de abordar este tema de las lesiones, es necesario describir un fenómeno común en casi todas ellas: La inflamación.
 
 0) ¿Qué es la inflamación?  La inflamación es una reacción del organismo a algo que nuestro cuerpo identifica como una agresión, y su objetivo es el de alertar al organismo y resistir contra esa agresión. Estos agentes agresores pueden ser de tipo biológico (bacterias, virus…), físico (golpes, quemaduras…) o químico (toxinas, veneno…). 
 
                             
 
Características de la inflamación
La inflamación se manifiesta espontáneamente y presenta estas  características:
 
         Hinchazón o Edema: Esto es un aumento localizado de la producción de líquido extracelular, que provoca un abultamiento del volumen habitual de la zona. Este edema suele provocar dificultad de movimiento, que es un mecanismo de defensa para evitar movimientos en la zona afectada que podrían agravar la lesión
 
         Dolor y enrojecimiento que aparecen a consecuencia de la liberación de unas sustancias (prostaglandinas), aumentando la dilatación de los vasos sanguíneos, facilitando la llegada de glóbulos blancos a la zona afectada y aumentando su sensibilidad como respuesta defensiva o de alerta.
 
         Calor, por aumento de la temperatura del área inflamada, consecuencia de la vasodilatación y del aumento de la actividad celular en esa zona.
 
         Incapacidad o dificultad de movimiento de la zona afectada, que ya hemos visto que actúa como mecanismo de protección y defensa por mezcla de dolor y exceso de volumen de la zona afectada.
 
     Si la inflamación es una respuesta de protección del organismo, ¿por qué luchar contra ella? Pues porque una vez que se ha comenzado a tratar la lesión, la inflamación sólo nos aporta dolor y dificultad de curación en muchos casos a causa de un edema persistente que impide una correcta reconstrucción de tejidos. 
 
     Lesiones relacionadas con el ejercicio físico
 
   1) Lesiones provocadas por agentes externos
 
   1.a) Contusiones ¿Qué son y qué tratamiento deben recibir?
 
     Se denominan contusiones a lesiones producidas por un golpe, sin rotura de piel. La contusión puede romper pequeños capilares bajo la piel, provocando un “moratón”, “cardenal” o hematoma (contusión de primer grado); puede romper muchos capilares y/o pequeños vasos sanguíneos, afectando también a tejido subcutáneo y a fibras musculares (contusión de 2º grado); y puede afectar también o romper vísceras y huesos (contusión de tercer grado), dependiendo de la intensidad del golpe.
 
Conociendo esta escala de gravedad, solo sería imprescindible la atención médica para las contusiones de tercer grado, pues pueden ser origen de fracturas de hueso y/o lesiones en partes blandas, pero en todos los casos hay que:
 
   -  Aplicar frío inmediatamente en la zona lesionada
   -  Elevar la zona contusionada por encima de la altura del corazón, si fuera posible.
   -  Evitar movimiento
 
  En el caso de fracturas, la atención médica puede consistir en inmovilización con una guía de escayola vendada al segmento afectado (férula) o una escayola completa. Si la fractura es complicada, es probable que antes se necesite cirugía para colocar los huesos en su sitio y/o introducir clavos dentro del hueso que faciliten una soldadura sólida y correcta.
 
   Al terminar el periodo de inmovilización comenzará el de rehabilitación, que debe enfocarse a la recuperación de la movilidad y de la musculatura atrofiada después de tanto tiempo inmóvil.
 
       1.a.1) Edema óseo ¿Qué es y cómo se produce un edema óseo?
    Un edema óseo es un hematoma formado dentro del hueso. Es doloroso al tacto y al hacer ejercicio. En reposo es molesto, pero según se va curando, las molestias en reposo son lo primero en desaparecer.
                                                              
   Puede aparecer por una fuerte contusión directa en el hueso, por lo que las zonas más expuestas a sufrir un edema óseo son aquellas en las que el hueso está más cerca de la piel, menos cubierto (tibia, rodilla, codo, hombro…). Al principio, por el golpe recibido, el afectado sentirá dolor y le saldrá un moratón visible en la piel. Si al cabo del tiempo, ese hematoma desaparece, pero sigue notando un dolor difuso en esa misma zona, y ese dolor aumenta con el movimiento, es muy probable que tenga un edema óseo, aunque la única forma de estar 100% seguros es haciendo una resonancia magnética (en una radiografía normal NO se aprecia).
 
¿Cuál es el tratamiento y el pronóstico de recuperación de un edema óseo? Es una dolencia complicada, pues suele tardar mucho en sanar. Hasta que ese hematoma intraóseo no se absorba, el afectado seguirá notando dolor difuso y muy molesto para el movimiento. Normalmente, cuando un edema o un hematoma es persistente, se suele masajear la zona para movilizarlo… pero masajear un hueso es imposible, dada su dureza y rigidez.
 
Aun así, después de un tiempo de reposo determinado por el traumatólogo, podemos acelerar la absorción y recuperación así:
 
       • Aplicando alternancia de frío y calor en la zona afectada
       • Masajeando en profundidad la zona afectada (es muy doloroso) para estimular riego sanguíneo periférico. 
       • Trabajo muscular de la zona afectada con carga baja y muchas repeticiones, pero evitando siempre sentir dolor.
       • Movilización sumergido en piscina.
 
   Según se vaya absorbiendo, el dolor va desapareciendo gradualmente, pero la absorción total de un edema óseo anda en torno a los 9-12 meses.
 
     1.b)  Heridas ¿Qué son y qué tratamiento deben recibir? Son lesiones con rotura de piel (sangrantes) producidas por cortes o abrasiones, y su tratamiento es el de lavado, desinfectado con agua oxigenada, alcohol o yodo, y opcionalmente, cubrirlas con gasa, o aplicar puntos de sutura.
 
    1.c) ¿Qué son heridas inciso-contusas y qué tratamiento deben recibir? Son aquellas en las que hay rotura de piel producida por un golpe, y necesitan un tratamiento combinado de ambos tipos ya mencionados.  
 
   Evitamos incidir más en este aspecto, ya que sería meternos en un espacio (fisuras, fracturas, cirugías...) totalmente ajenos a nuestro campo de acción y conocimiento. 
 
    2) Lesiones provocadas por acción propia
 
   Son accidentes que se producen por la realización de gestos o apoyos inapropiados, que resultan forzados en exceso y como consecuencia, producen daño.
 
        2.1)    Contracturas 
 
     Es una de las lesiones deportivas más frecuentes. No resultan graves, pero generan mucha incomodidad y reducen el potencial del deportista, a la vez que pueden ser provocar lesiones musculares más graves si no reciben tratamiento. Dependiendo del número de fibras musculares afectadas, del mecanismo de producción y del lugar donde se ubiquen, pueden sentirse desde unas simples molestias hasta un dolor e incapacidad importantes.
 
 ¿Cómo se sienten y cuáles son las posibles causas de las contracturas?    Las contracturas se perciben como zonas endurecidas y dolorosas al tacto en un músculo. Su  aparición responde a multitud de posibles causas, a saber:
 
   • Fatiga muscular, sobreesfuerzo muscular para el que no se está preparado. Se produce con ello una excesiva acumulación de desechos metabólicos que provocan inflamación. 
   • Movimientos bruscos, que provocan un sobreestiramiento localizado de algunas fibras, por lo que las fibras musculares que las rodean a las afectadas  inmediatamente se contraen (se contracturan) para proteger de males mayores a las anteriores.
   • Mal calentamiento previo al esfuerzo.
 
    También pueden desencadenarse por motivos no directamente relacionados con el esfuerzo físico, como:
 
                Deficiencias en la hidratación.
                Malas posturas durante el sueño.
                Exceso de activación nerviosa (muy frecuentes sobre todo en músculo trapecio y área cervical).
                Frío en zonas sensibles que provoca un espasmo muscular que precede a la contractura.
 
     La aparición de una contractura, como proceso inflamatorio que es, impide a su vez el normal riego sanguíneo, y con ello, la conveniente oxigenación de las fibras y la necesaria evacuación de desechos, por lo que se entra en un círculo vicioso de complicada resolución espontánea.
 
 ¿Cómo se combaten las contracturas?  Con un tratamiento a base de reposo deportivo, hidratación, calor local, masajes y estiramientos suaves, suelen desaparecer en poco tiempo, aunque podemos acortar estos plazos con un tratamiento de fisioterapia. No debemos aplicar hielo, ya que provoca un espasmo muscular que no beneficia en nada al paciente.
 
     2.2)  Calambre muscular 
 
   ¿Qué es un calambre muscular?  Se llama calambre a una intensa contracción mantenida, involuntaria y dolorosa de un músculo o de un grupo muscular. Se presenta generalmente en las extremidades y con mayor frecuencia en gemelos-sóleo, y suele aparecer de forma súbita durante el ejercicio, aunque a veces puede presentarse en reposo e incluso durante el sueño.
 
   ¿Qué causas desencadenan un calambre muscular? Pueden ser muy diversas. Las más conocidas son posturas forzadas, el frío (sobre todo, el frío húmedo), brusca bajada de la temperatura que percibe el músculo, pequeños traumatismos, deshidratación, pérdida de sales por exceso de sudoración o por falta de aporte en la dieta, desequilibrio iónico, estrés y sobreestimulación nerviosa provocada por una actividad física intensa y/o duradera, para la que no se está preparado. 
 
   ¿Cómo tratar un calambre muscular?   Se soluciona con estiramiento inmediato del músculo afectado. En muchos casos (sobre todo en gemelos y sóleo), será necesaria la ayuda de otra persona que deberá en este caso echar la puntera del pie del afectado hacia atrás del músculo afectado. Después de haber resuelto el calambre, el afectado deberá seguir realizando estiramientos e hidratándose.
                                                    
     Durante varios días, la musculatura dolerá, y estarán indicados los masajes, los estiramientos y la movilización suave. Para evitar su reaparición, será necesario una mayor hidratación, un suplemento extra de potasio y magnesio en la dieta, y un entrenamiento más acorde con el esfuerzo requerido.
 
     2.3)  Lesiones musculares por elongación o exceso de estiramiento
 
   ¿Cómo se producen las  lesiones musculares por elongación?  El mecanismo de producción de estas es siempre el mismo: contracción muscular violenta o gesto deportivo brusco, inadecuado, descontrolado o más intenso de lo que se puede soportar. 
     Hay factores que facilitan la aparición de estas lesiones, como un calentamiento insuficiente, mala hidratación, poca flexibilidad muscular,  etc. 
 
¿Qué diferentes grados de gravedad tienen las lesiones musculares por elongación? 
   Hay mucha bibliografía que aborda este tema, y mucha heterogeneidad a la hora de diferenciar y clasificar los grados de esta lesión, que puede afectar a diferentes niveles el músculo. Antes de empezar, hay que aclarar ciertos aspectos de la anatomía del músculo.
 
   Un músculo está compuesto de un gran número de haces. Cada haz contiene un gran número de fibras musculares y cada fibra está compuesta de un gran número de miofibrillas, que son las unidades con capacidad para contraerse. 
        
     Una vez aclarado esto,  hemos considerado que la clasificación siguiente es la más idónea:
 
     2.3.1)  Grado cero o “Tirón”
 
 ¿Qué  siente el afectado cuando le da un tirón muscular? El afectado siente algo como un calambre localizado en una zona del músculo. No existe rotura de fibras musculares, sino un fuerte estiramiento de un grupo de esas fibras. Pese a que algunas veces, aunque con dificultad y molestias, el deportista podría continuar con el ejercicio, no debe hacerlo, pues la lesión empeoraría. 
 
   ¿Qué ocurre exactamente y cómo tratar un tirón muscular? Como medida de autoprotección del propio músculo afectado, las fibras que rodean a la zona lesionada se quedan contracturadas, contraídas, para proteger las fibras afectadas y evitar así posibles males mayores, por lo que podría palparse un nudo doloroso en la zona. Al no haber rotura, no se produce hematoma. Al estirar pasivamente el músculo no suele doler. Esta lesión hay que tratarla con reposo y aplicación de frío inmediato, en intervalos de 10-15 minutos, varias veces al día durante 2 días. A partir del tercer día podemos aplicar calor y masajear suavemente. Se recupera en una semana, aproximadamente.
 
     2.3.2)  Primer grado o "Microrrotura Fibrilar" 
 
   ¿Qué  siente el afectado, qué le ha ocurrido y qué tratamiento debe seguir en una microrrotura fibrilar?  El afectado siente un pinchazo muy localizado en el músculo que le obliga a parar de inmediato, y con dolor que podría persistir incluso en reposo. Podría caminar, pero con cierta dificultad. Existe una rotura de miofibrillas, pero pocas veces aparece un pequeño hematoma. El estiramiento del músculo resulta molesto. El tratamiento debe ser de reposo, frío a intervalos durante dos  días, antiinflamatorios, calor a partir del tercer día. A partir del 6º día, masaje muy suave y estiramientos del músculo, muy progresivamente. Se recupera al cabo de 2 semanas.
 
     2.3.3)  Segundo grado o "Rotura Fibrilar"
 
   ¿Qué  siente el afectado, qué le ha ocurrido y qué tratamiento debe seguir en una rotura fibrilar? El afectado experimenta y describe una clara sensación de desgarro de una pequeña zona del músculo, que genera una incapacidad inmediata. Y si lo ha sentido inmediatamente después de notar un pinchazo, entonces no hay dudas. 
 
     En este caso, hay rotura de una o varias fibras. El dolor a la palpación es más o menos intenso y hay mucha dificultad para apoyar y andar. La contracción del músculo y el estiramiento del mismo son muy dolorosos. Al cabo de 3-4 días, se puede sentir al tacto una zona más dura muy localizada. Al cabo de 24-48 horas puede aparecer el hematoma, que indicará que la lesión tiene buena evolución. Si el hematoma no aparece, se nos presentan dos opciones: o no hemos acertado con el diagnóstico (es menos grave de lo que preveíamos), o el hematoma se ha enquistado en el músculo, con el consiguiente peligro de retrasar la recuperación. 
 
     En el caso de que la evolución sea normal, el tratamiento es de reposo, antiinflamatorios, frío a intervalos durante 48 horas y fisioterapia. A partir del 6º día, aplicar calor y masaje indirecto (alrededor de la zona lesionada). A partir del 8º día, ya podremos hacer masaje directo (muy suave al principio) y estiramientos sin llegar a sentir dolor. Sólo al cabo de la 2ª semana podremos masajear en profundidad para sacar el hematoma en caso de que este no haya salido aun. 
 
     El plazo medio de recuperación es de unas 3 semanas, cuando el estiramiento del músculo sea totalmente indoloro. La vuelta a los entrenamientos deberá ser muy progresiva.
 
     2.3.4)  Tercer grado o "Rotura Muscular"
     Se rompen uno o incluso varios haces o la unión entre músculo y tendón. El dolor es muy fuerte y la incapacidad es total. Son muy fáciles de diagnosticar por la deformidad o la hendidura que presenta el músculo afectado. Existe gran edema e inflamación, así como el extenso hematoma posterior. El tratamiento inmediato será de frío y traslado al hospital, donde el traumatólogo ya se encargará de todo el trabajo. Con o sin cirugía, en el mejor de los casos el tiempo de evolución de la lesión nunca será inferior a dos meses.
 
     En todos los casos de lesión muscular, el tratamiento de fisioterapia es decisivo para una óptima y rápida recuperación.
 
En los casos de 2º y 3º grado, es imprescindible la atención médica.
  
     2.4)  Lesiones tendinosas
 
¿Qué son los tendones? Recordemos que los tendones son fibras musculares modificadas que sirven de unión entre el músculo y el hueso al que están unidos. Los tendones no tienen capacidad de contraerse, tienen mucha menos capacidad de estirarse que el músculo, soportan grandes tensiones y tienen una irrigación (aporte sanguíneo) menor que la del músculo, por lo que su recuperación en caso de lesiones suele ser más lenta o difícil.
                                                  
 Las principales lesiones que afectan a los tendones son:
 
     2.4.1)  Tendinosis
 
   ¿Qué es y cómo se produce la tendinosis? A causa de un traumatismo directo, muchos traumatismos repetidos, abuso de un determinado gesto o movimiento deportivo, o por sobrecargas, se produce un dolor más o menos intenso e incapacitante en un tendón, tanto al tacto como al involucrarlo en un movimiento.
 
   Se creía que esta lesión, hasta hace muy poco llamada “tendinitis”, consistía en la inflamación del tendón, pero ya está demostrado que un tendón en sí no es muy susceptible de inflamarse, o en caso de inflamarse, este proceso duraría muy poco (48 a 72 horas como máximo), y sólo sería la antesala de una dolorosa patología degenerativa de sus fibras, conocida como  tendinopatía o tendinosis. 
 
   ¿Cuál es el tratamiento más indicado para la tendinosis? El tratamiento de esta dolencia sería de reposo deportivo, aplicación de frío, masaje, estiramientos y fisioterapia. Suele ser muy útil para estos casos el método Cyriax, que no es más que un localizado, profundo y doloroso masaje transversal a las fibras lesionadas, y que en el caso de las tendinopatías provocarían un aumento del riego sanguíneo que ayudaría a la evacuación de desechos y al aporte de elementos necesarios para la recuperación, al tiempo que estimula la producción de tejido colágeno para reforzar el tendón   
    https://youtu.be/VLlrf0rIaYc
 
     2.4.2)  Roturas de tendón
 
     Es una lesión grave, habitual en ex-deportistas que retoman la actividad física, de ahí que la edad típica de estas lesiones sea de los 35 años en adelante.
 
     Son factores que aumentan el riesgo de padecer esta lesión: edad, períodos largos de inactividad anterior, mala hidratación, dieta inadecuada, alcohol, tabaco, y actividad deportiva en terrenos duros. Las más frecuentes son la del tendón del bíceps y la del tendón de Aquiles.
 
     En todos los casos, es una lesión fácilmente reconocible por la pérdida  total de la función del músculo de ese tendón y la deformación del segmento afectado (la masa muscular se descuelga hacia abajo). Puede ser muy dolorosa, aunque en la fase inmediata de la lesión no siempre se perciba mucho dolor. El afectado, pese a no haber recibido impacto alguno, asegura haber sentido un golpe (síntoma habitual de las lesiones graves de tendón). Al poco tiempo, el gran hematoma confirmará la gravedad de la lesión.
 
    Lo único que podemos y debemos hacer es trasladar urgentemente al hospital al afectado.
 
    En la gran mayoría de los casos precisará cirugía (el 100% en el caso del tendón de Aquiles). El período de recuperación y alta deportiva puede dilatarse hasta un año.
 
                                                              •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••
   El siguiente punto va a empezar a abordar lesiones de las articulaciones, por lo que debemos hacer un inciso para explicar brevemente qué es una articulación y de qué partes consta.
                
   Una articulación es la zona de unión entre dos huesos y sirven de “bisagras” que posibilitan infinidad de movimientos. Todas tienen estos 3 elementos comunes: 
 
    Cartílagos: Los extremos de los huesos que forman una articulación están forrados o revestidos de un material blanquecino, gomoso, suave y elástico llamado cartílago. Los cartílagos tienen como función amortiguar y suavizar el rozamiento, y tienen como gran desventaja que no están vascularizados, es decir, que no reciben aporte sanguíneo, por lo que no se regeneran cuando se rompen o se desgastan. Con el paso de los años y /o por un uso abusivo o indebido, las cubiertas de cartílago se van erosionando, gastando y perdiendo, quedando las articulaciones en un “hueso contra hueso” que produce dolor, inflamación y dificultad o incapacidad de movimiento. A esto le llamamos artrosis.
 
    Ligamentos:  Para que las articulaciones no se “desmonten”, disloquen o luxen, tienen que tener elementos que, a la vez que permiten el movimiento, lo limiten de alguna manera para evitar estas dislocaciones. Estos elementos son una especie de bandas fuertes, fibrosas y elásticas (hasta cierto punto) llamadas ligamentos. Los ligamentos pueden unir muy diferentes puntos de una misma articulación, reforzándola y asegurándola.
                                                         
   Cápsula articular: Envolviendo a todas las articulaciones tenemos la cápsula articular, que es una especie de bolsa que en su cara externa es de tejido ligamentoso y que por su cara interna produce líquido sinovial, un fluido que actúa como lubricante para la articulación y como único nutriente para sus cartílagos, pues ya hemos dicho que estos no están vascularizados, no reciben aporte sanguíneo.
                                                                            
                                                                          ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••
     2.5)  Lesiones ligamentosas
 
    La práctica totalidad de las lesiones de ligamentos relacionadas con la práctica deportiva   son las distensiones o esguinces.
 
     El esguince no es más que la violenta elongación de un ligamento producida por un movimiento descontrolado, un mal apoyo, un resbalón o una caída. En el ámbito deportivo los más frecuentes son los de rodilla y sobre todo, los de tobillo. Existen diferentes grados de severidad de esta lesión.
 
    2.5.1)  Esguince de primer grado
 
     Es una distensión de las fibras del ligamento, pero sin rotura de las mismas. En muy poco espacio de tiempo tras el accidente, se produce una inflamación inmediata de la articulación (como mecanismo de defensa involuntario para impedir movimientos que pudieran agravar la lesión) y una hipersensiblilización del área afectada, muy variable de un caso a otro, aunque la magnitud del dolor no tiene relación directa con la gravedad de la lesión.
 
     El ligamento, pese a no haber sufrido roturas, ha quedado elongado y momentáneamente inutilizado. El tratamiento inmediato, común a los 3 tipos de esguince que vamos a ver es:
 
Evitar que el paciente mueva la articulación afectada. 
Aplicación de frío.
Elevación del segmento afectado.
Traslado al hospital
 
 El traumatólogo prescribirá, además de antiinflamatorios, un corto tiempo de inmovilización, fisioterapia y una movilización precoz que evite atrofias.
 
     2.5.2)  Esguince de segundo grado o rotura parcial
 
     El mecanismo de producción de esta lesión no varía, aunque el daño en el ligamento es mayor, pues aparte de la distensión, también se produce una o varias roturas parciales del ligamento. El dolor puede no ser mayor que en el esguince leve, pero en este caso se percibe algo de inestabilidad en la articulación.
 
     Lo mismo ocurre con la inflamación, que no siempre es mayor que la de un esguince leve. A los pocos días, sobre todo en los esguinces de tobillo, se hará visible un gran hematoma debajo y al lado del maleolo. 
 
      2.5.3)  Esguince de tercer grado o rotura total del ligamento
 
     Se produce de igual manera que los anteriores, pero de una forma más violenta. El ligamento se distiende tan bruscamente, que se desgarra. El dolor es muy intenso, y el edema es instantáneo y muy grande. Se aplicará el mismo tratamiento inicial que antes hemos citado, hasta que en el hospital se decida por la cirugía o por un tratamiento conservador. 
 
     Ya que antes hemos mencionado el tratamiento de fisioterapia, hay que matizar que para la recuperación de todo tipo de lesiones, y esguinces en particular, se ha avanzado mucho en los últimos años, y como alternativa a las ya desfasadas 3 semanas de escayola, tenemos los drenajes del edema y evacuación del hematoma con presiones conducidas; las inmersiones alternativas de frío y calor; el masaje Cyriax para corregir malas adherencias, estimular la producción de colágeno y facilitar una hiperemia que ayudará a aclarar la inflamación y acelerar la cicatrización, o (en el caso de los esguinces de tobillo), la manipulación de los huesos del tarso, que en la lesión pueden descompensarse, retrasando con ello la recuperación y la desaparición del dolor.
 
     La fase final de la curación de una lesión ligamentosa consistirá en la recuperación de la propioceptividad del ligamento, o lo que es lo mismo, la recuperación de la capacidad del ligamento de generar respuestas motrices instantáneas para mantener el equilibrio ante cualquier variación externa que lo comprometa. Para ello, en esguinces de rodilla o tobillo, están indicados los equilibrios sobre plataformas inestables, mantenerse en pie mientras se reciben pequeños empujones por la espalda estando a la pata coja sobre la pierna a recuperar, etc. 
 
     3)  Otras lesiones
 
     3.1)  Osgood Schlatter 
 
     Es una patología que afecta casi exclusivamente a jóvenes. Principalmente al correr, caminar cuesta arriba o subir escaleras, se siente un fuerte dolor en la zona de la espina de la tibia (que es un pequeño abultamiento unos centímetros por debajo de la rótula, acompañado de inflamación, provocado por la tracción que en esa zona (muy sensible y frágil a causa del crecimiento) realiza el tendón rotuliano (tendón del cuádriceps). Tanto es así, que puede provocar arrancamientos óseos en muchos casos. 
 
                                      
   Suelen ser más propensos a esta lesión los varones jóvenes, altos y con algo de sobrepeso, pero sobre todo, aquellos que presentan rótulas altas, genu valgo (rodillas metidas hacia el centro o “pata de catre”), o acortamiento generalizado de la cadena muscular posterior de las piernas. 
 
   Esta enfermedad remite espontáneamente al terminar el desarrollo del adolescente sin dejar secuelas en la inmensa mayoría de los casos. Mientras se padece, hay que reposar, aplicar frío local e incidir en la flexibilización de la musculatura isquiotibial.  Suelen ser de gran ayuda las bandas adhesivas colocadas para descargar la tensión de la zona. 
 
 https://youtu.be/JY7lemXoEGk
 
     3.2)  Periostitis tibial
 
     Es una lesión muy frecuente entre corredores. Es la inflamación de la cubierta (periostio) del hueso de la tibia, producida por los impactos del pie contra el suelo al correr. Estarán más predispuestos a sufrir esta lesión: más mujeres que hombres; los atletas de más peso corporal; los pronadores, los que corran más tiempo/distancia; los que corran sobre terrenos más duros, y los que presenten pies planos.
 
     El afectado sentirá dolor en la tibia al correr, y en muchos casos notará un tacto rugoso en esta zona. El tratamiento será de reposo, aplicación de frío en fase inicial y antiinflamatorios. Pasada esta fase, se procederá a realizar estiramientos y a combatir las causas que producen la lesión: cambio de calzado, cambio de terreno para correr, corrección de la pisada, combinar la carrera con otras actividades sin impactos (bicicleta, natación…), etc.
 
                                                    
     Para atenuar los síntomas y proteger la zona, son de gran ayuda las medias de compresión o las bandas de tape que se colocan a lo largo de la tibia y/o rodeando la pantorrilla en la parte más alta y más baja, para descargarlas de la tensión de los impactos de la carrera.     
 https://youtu.be/n8fnkMHpgyc
 
     Una vez curada, la vuelta a los entrenamientos ha de ser muy gradual y suave.
 
   3.3)  Luxaciones de hombro y codo
 
     Las luxaciones o dislocaciones (muy frecuentes en el hombro y menos en el codo) se producen al desmontarse la articulación por traumatismo directo o indirecto (caídas). 
 
      3.3.1) Las luxaciones de hombro son  habituales en el balonmano, por los impactos o agarrones sufridos contra el brazo en posición o gesto previo al lanzamiento.
 
     Casi siempre la cabeza del húmero se descoloca hacia abajo y hacia adelante. El deportista pierde de inmediato la forma de su hombro, refiere gran dolor y total inutilización de la articulación. 
                                         
 
    En su salida, el húmero rompe el rodete glenoideo (un relieve cartilaginoso que rodea a la cavidad articular y que aumenta su concavidad), rasga la cápsula articular, daña ligamentos glenohumerales, y daña la cabeza del húmero con una profunda muesca al chocar esta contra el borde inferior de la escápula (Lesión de Hill-Sachs). En algunos casos, también se pueden desgarrar tendones del manguito rotador, se puede fracturar la cabeza del húmero y se puede lesionar por tracción o compresión el nervio circunflejo. De hecho, el dolor que siente el afectado durante la luxación depende en buena parte de lo comprometido que se encuentre este nervio durante la misma.
 
   Una luxación de hombro es fundamental reducirla lo antes posible, para evitar que el creciente espasmo muscular añada mayor dificultad a este delicado proceso, que incluso puede provocar la fractura del cuello del húmero. 
 
   Cuando se nos presente un caso de una luxación de hombro, debemos colocar, con mucho cuidado y lentitud, el brazo afectado en cabestrillo, y estabilizar la zona de la axila con algo acolchado (ropa enrollada, por ejemplo), para llevar rápidamente al afectado al hospital. En caso de no tener medios ni posibilidad de llevar al médico al afectado (si estamos en la montaña, por ejemplo), debemos hacer lo siguiente:
 
      Asegurarnos de que la luxación es “anteroinferior” (la más frecuente) palpando un bulto (la cabeza del húmero) en la zona del hueco de la axila.
 
      Sentar al afectado y llevarle muy-muy lentamente la mano del miembro afectado hacia la nuca. En un momento de ese movimiento, se pondrá la cabeza del húmero en su sitio, y el afectado notará un gran alivio instantáneo.
 
      Inmovilizar con un cabestrillo y lo antes posible, llevarlo al médico.
 
   El traumatólogo prescribirá un tiempo variable de inmovilización con el brazo en cabestrillo. Concluido este, se procederá a recuperar la movilidad del hombro y después a potenciar la musculatura del tríceps, escapulares y pectoral mayor.
 
     Aun así, tantos daños dan a entender que, tras la inmovilización y la rehabilitación, la articulación no volverá a estar igual que antes, y es probable es que vuelvan a producirse luxaciones, cada vez con más facilidad (luxación recidivante), hasta que se opte por la cirugía para reinsertar el rodete arrancado, retensar los ligamentos laxos y coser la cápsula articular. En muchos casos se opta por insertar un trozo de la cresta ilíaca en el borde inferior de la cavidad glenoidea como tope para impedir nuevas luxaciones. 
 
     3.3.2) En el caso de las luxaciones de codo, el mecanismo de producción son caídas hacia atrás apoyando el brazo en semiflexión. Son muy dolorosas y su reducción debe hacerla siempre un traumatólogo, dado el serio peligro de fracturar el olécranon con una mala manipulación. Los profanos en la materia sólo debemos asegurarnos de que el afectado tenga pulso en la mano (girando muy levemente la muñeca), ya que estas luxaciones suelen interrumpir el riego sanguíneo al antebrazo y mano, con el consiguiente peligro.
 
     A diferencia de las de hombro, una vez curadas estas luxaciones no suelen dejar secuelas.
 
     3.4)  Fascitis plantar
 
     La fascia plantar es una ancha banda de tejido que se expande desde la parte delantera del calcáneo hasta la zona metatarsiana. Su cometido es el de sujetar las estructuras que forman el pie y absorber los impactos propios de la marcha, la carrera o el salto.
 
   Por ello, es frecuente que aparezca entre deportistas muy activos que entrenan sobre terrenos duros, o presentan gran altura o peso, o un pie cavo (con mucho arco), o un pie plano, o sobre todo, que tengan una pisada muy pronadora. Se generan multitud de inflamaciones por traumatismos de repetición en la planta del pie, que con el tiempo provocan una degeneración del tejido de la fascia.
 
   El afectado notará dolor muy localizado en la parte media, delantera e interna del talón. Este dolor será mayor “en frío” (al levantarse por la mañana o después de estar mucho tiempo sentado). Según se agrava la lesión, el deportista tendrá incluso dificultades para caminar. En estos casos, es frecuente que se haya formado un “espolón” (una calcificación) en el calcáneo.
                                                             
     Antes de llegar al caso extremo anterior (que posiblemente requerirá cirugía), es necesario combatir esta lesión con reposo, antiinflamatorios, estiramientos pasivos de la musculatura plantar (haciendo rodar un cilindro o una pelota con la planta del pie) y masaje Cyriax. 
                                             
 
   En casos rebeldes, se suelen realizar infiltraciones. Para combatir el dolor durante el ejercicio y proteger del empeoramiento de la lesión, se suele recurrir a vendajes o a cintas de tape pegadas en el arco plantar, en la misma dirección de la fascia, para descargarla de tensión. 
 
     Pero lo más importante es combatir las causas que propician la aparición de la lesión. En el caso de pisada incorrecta, hay que rectificarla con la ayuda de cuñas o plantillas especiales en el calzado que deberá recomendar el especialista, apoyado por un previo estudio biomecánico.
 
     3.5)  Bursitis
 
     Las articulaciones tienen, en diferentes localizaciones, unas bolsas gelatinosas o “bursas” destinadas a suavizar el rozamiento entre tendones y huesos. Por movimientos inapropiados de repetición, esfuerzos muy prolongados, traumatismos directos o presiones constantes sobre la zona, una bursa se puede inflamar, dando lugar a una bursitis. Esta lesión es dolorosa y si no se trata correctamente, tiende a hacerse crónica. 
 
                                            
     Las bursitis más frecuentes se padecen en el tendón de Aquiles y el astrágalo, en la zona del trocánter mayor, en codos y en hombros. El tratamiento es el ya conocido de reposo, frío y antiinflamatorios. El traumatólogo y el fisioterapeuta podrían también prescribir infiltraciones. Los ultrasonidos también dan muy buen resultado. 
 
     3.6)  Pubalgias
 
   ¿Qué son y cómo se producen las pubalgias?  Son muy frecuentes en fútbol y derivados, en los que se usa mucho la musculatura aductora en la carrera con cambios de dirección, el regate y el chut. Este sobreuso desencadena una serie de posibles consecuencias: 
 
     Arrancamientos de pequeños fragmentos óseos de la zona inferior del hueso pubis, por exceso de tracción muscular.
     Apertura forzada de la unión entre las dos ramas del pubis, por la misma razón anterior.
     Desinserciones de fibras tendinosas de los aductores, por degeneración progresiva.
 
                                                            
Síntomas y tratamiento de la pubalgia.  En todos los casos, el deportista nota un dolor en la zona púbica y abdominal baja, que irá en aumento conforme avanza la lesión, pasando de doler sólo en esfuerzos específicos, a doler incluso en reposo. Este dolor suele ir unido a una sensación de debilidad y pesadez en toda la musculatura de la zona, parecido a unas fuertes agujetas.
 
     El tratamiento habrá de ser siempre fisioterápico, sin olvidar nunca las pautas de atención primaria a cualquier lesión de esta índole: aplicación de frío nada más acabar el entrenamiento (en fases iniciales) y reposo. En casos avanzados, se suele recurrir a la cirugía.
 
Para prevenir esta lesión, será primordial entrenar mucho la flexibilidad de los aductores, y el reforzamiento de la pared abdominal.
 
     3.7)  Lumbalgias
 
     Es un problema muy frecuente tanto en deportistas como en personas sedentarias. Como su nombre indica, es un dolor en la zona lumbar, de intensidad tan variable como las causas que lo provocan.
 
     Son propias sobre todo de corredores, levantadores de pesas y personas con malas posturas al sentarse. Entre los corredores, los motivos que la suelen hacer aparecer son: cambios bruscos en la intensidad y duración de los entrenamientos, terrenos duros, calzado inadecuado o poco amortiguante, o sobre todo, falta de tono muscular abdominal. En el caso de los levantadores de pesas, ocurre al cometer errores posturales mientras mueven cargas pesadas. En el tratamiento inmediato de la lesión, nunca deberá aplicarse hielo, sólo reposo y controlados estiramientos lumbares.
 
    El tratamiento de las lumbalgias siempre debe estar seguido por el traumatólogo y por el  fisioterapeuta. Suelen dar muy buenos resultados las manipulaciones osteopáticas, el masaje, los ultrasonidos, la onda corta y el Tens (electroestimulación con impulso de alta frecuencia y baja intensidad) como analgésico. Y para evitar recaídas, hay que incidir mucho en una correcta reeducación postural, potenciando en especial la musculatura abdominal profunda.
 
    3.8)  Lesiones meniscales
 
     Los meniscos de la rodilla son dos cuñas semicirculares de fibrocartílago, adosadas a la meseta de la tibia, cuya misión es la de amortiguar los impactos que recibe la articulación en la marcha, la carrera y el salto, y aumentar un poco concavidad entre fémur y tibia.
 
                                     
     A causa de una caída o giro brusco con la rodilla flexionada, se puede romper un menisco. Estas roturas provocan un dolor e inflamación inmediatamente. En este caso, deberemos evitar mover la rodilla, aplicar frío y trasladar al hospital, tal y como se trataría un esguince de rodilla (de hecho, ambas lesiones suelen darse a la vez, y para los no entendidos, sus síntomas pueden confundirse).
 
   El traumatólogo le realizará pruebas como presionar la interlínea (línea lateral de separación entre tibia y fémur), o forzar una flexión máxima de rodilla con rotación interna o externa del tobillo. Si el afectado nota un dolor fuerte y localizado, lo más seguro es que tenga el menisco roto, al igual que si en ciertos momentos nota bloqueos de la articulación. Una resonancia magnética resolverá la duda en todo caso, o la extracción del líquido de la rodilla: si es amarillento (hidrartros) es probable que no haya  lesión de menisco. Si tiene restos de sangre (hemartros), casi seguro habrá rotura.
 
     Las dudas en el diagnóstico se pueden dar por una lesión de la cápsula articular (la cápsula se introduce entre menisco y cóndilo del fémur, como el que se muerde por accidente la pared lateral de la boca, para entendernos). Cuando esto ocurre, los síntomas son casi idénticos a los de una rotura de menisco, aunque sus consecuencias son mucho mejores. En este caso, “la cápsula salvó al menisco”, y con una corta inmovilización con rodilla en extensión, se soluciona el problema en pocos días.                                            
     
     Como cartílago que es, una lesión de menisco es irreversible. No se recupera porque no recibe vascularización, por lo que la solución a una rotura de menisco pasa casi siempre por su extirpación parcial en el quirófano. Cuando esto ocurre, el deportista podría caminar en 2 a 7 días, y volver a los entrenamientos en un plazo variable (4 a 9 semanas), aunque a la larga, la carencia de una porción de un menisco puede desembocar en degeneraciones prematuras en esa rodilla, a la que le falta un elemento clave para su conservación y funcionamiento.
 
  En los últimos tiempos, se están aplicando terapias muy prometedoras durante la cirugía artroscópica de la rodilla, como son las infiltraciones de células madre extraídas del tejido adiposo del propio paciente, cuyos factores de crecimiento sí están demostrando que pueden regenerar en parte los efectos de esa cirugía.
 
  4) Problemas que, sin considerarse como lesiones, que pueden aparecer durante la actividad física
 
    4.1)  Agujetas
 
   ¿Cuándo aparecen las agujetas y qué se siente? Aparecen cuando se entrena con más intensidad de la acostumbrada, cuando se inicia el trabajo después de un tiempo de inactividad o cuando se cambia el método, la progresión o los ejercicios del entrenamiento.     El deportista siente dolor difuso en los músculos afectados, y en muchos casos, sensación de gran pesadez y cansancio general. 
 
    ¿Por qué se les llama “agujetas”?  Hasta no hace mucho, y por su sensación punzante, se pensaba que este dolor estaba producido por la acumulación dentro del músculo de cristales o “agujas” de ácido láctico (que es un producto de desecho que se acumula en el músculo en esfuerzos de intensidad alta), pero esta hipótesis no tiene ningún sentido, ya que es imposible la cristalización del ácido láctico a la temperatura del cuerpo. Aún así, se les sigue llamando “agujetas”, ya que su nombre actual “DOMS” (Delayed Onset Muscular Soreness, o  Dolor Muscular Retardado) no parece tener mucho éxito. 
 
   ¿Cuáles son las causas que provocan este dolor de las agujetas? A día de hoy  no están 100% claras, pero se da por seguro que son el resultado de una combinación de los siguientes desencadenantes:
 
         • Micro-roturas en diferentes puntos de las fibras musculares. Estas micro-roturas pueden afectar también a unas pequeñas bolsitas de calcio que hay entre las fibras, que posibilitan la contracción muscular. Al romperse esas bolsitas, el calcio liberado  reacciona con unas enzimas dañinas para la fibra muscular, percibiéndose por ello cansancio y disminución de fuerza en primera instancia, y rigidez y dolor al cabo de horas.
 
         • Necrosis (muerte) de miofibrillas más frágiles por el aumento de temperatura muscular interna, propio del ejercicio físico, que en algunos casos supera  los 40ºC,  provocando dolor. 
 
         • Acumulación de residuos en el músculo (provocados por el aumento de actividad metabólica) que dan lugar a una inflamación. Esta inflamación tarda un tiempo variable en producirse, variando con la persona, con el músculo afectado y con el esfuerzo realizado. Esta puede ser una de las causas por las que hay agujetas que pueden tardar más de 40 horas en aparecer y que, por cierto, suelen ser las peores.                  
                
   ¿Cómo combatir las agujetas? Las mejores soluciones contra las agujetas son la aplicación de frío local, el ejercicio general no intenso, los estiramientos suaves y los masajes relajantes, pero la principal es NO PARAR: Cuando comiencen las agujetas hay que volver a entrenar a una intensidad inferior, e incluyendo más estiramientos. De hecho, uno de los preventivos para evitar en parte las agujetas es terminar el entrenamiento con carrera lenta, ejercicios de elasticidad e inmersión de musculatura afectada en agua muy fría.
 
   Lo que no vale para nada es  tomar agua con azúcar. 
 
   De cualquier manera, no hay un remedio mágico que las haga desaparecer por completo.  
 
   ¿Todo el mundo tiene agujetas después de un ejercicio? No. Sólo se sienten después de un periodo de inactividad o al introducir ejercicios nuevos o intensidades más altas en tu entrenamiento. El deportista habitual raramente las siente, y es porque su musculatura ya no acumula tanto ácido láctico, es más fuerte y resistente, y también es mucho menos sensible a estos pequeños problemas. 
 
   4.2)  Hipoglucemia / Lipotimia
 
     La llamada coloquialmente “pájara” o “bajón de azúcar” se produce cuando las reservas de glucosa circulante en la sangre disminuyen drásticamente (próximas a agotarse).
 
     Esta situación puede ser consecuencia directa de una alimentación inadecuada en las horas previas al ejercicio. Los síntomas de que se está padeciendo una “pájara” son diversos: agotamiento, palidez, falta de fuerzas, sudoración,  mareos…
 
                                                   
   A menudo solemos confundir los síntomas de una hipoglucemia con los de una lipotimia (súbita bajada de tensión) pues estos son parecidos y ambas pueden estar relacionadas con el ejercicio físico prolongado. Ante la duda, actuaremos para ambos casos de forma muy similar: Detener la actividad, tumbar al afectado con piernas en alto para restablecer riego sanguíneo en la cabeza, e intentar que el cuerpo vuelva a un estado de normalidad, algo que se consigue fácilmente dando de comer y/o beber al afectado alimentos o bebidas azucaradas, de forma que aumente rápidamente la concentración de glucosa en sangre en caso de la hipoglucemia, y/o dándole alimentos o bebidas que contengan sal para elevar la tensión arterial, en el caso de la lipotimia. 
 
   4.3) “Flato” o dolor del costado. 
 
     Cuando se realizan carreras relativamente prolongadas, o poco progresivas, o de una intensidad para la que no se tiene la preparación adecuada, pueden aparecer dolores en los laterales superiores del abdomen, que dificultan el ejercicio y obligan casi siempre a bajar el ritmo de carrera.
                                                       
 
     No se sabe a ciencia cierta cuál es el origen de esta dolencia, barajándose varias hipótesis:
 
     Puede ser debida a un inadecuado aporte de sangre y oxígeno a los músculos respiratorios 
 
     Puede que se deba a un espasmo del diafragma, originada por muy diversas razones, entre ellas, la falta de riego sanguíneo a dicho músculo.
 
     Otra causa puede ser la irritación dolorosa de la membrana peritoneal cuando lo roza el estómago lleno (dilatado); este roce se produce por los vaivenes propios de la carrera y los movimientos respiratorios. Por eso se aconseja comer poco y beber con moderación antes del ejercicio.
 
     Una opción bastante divulgada, es que ese dolor es consecuencia de acumulación de gases en el tubo digestivo, formando bolsas que de algún modo oprimen y dificultan la acción del diafragma.
 
     El por qué aparecen estos síntomas con más frecuencia en principiantes o en individuos poco entrenados, puede ser debido a diversas causas:
 
                • Una deficiente mecánica ventilatoria con excesivo ritmo respiratorio.
 
                • Cierta flacidez abdominal, que conlleva la deglución de aire que termina formando las aludidas bolsas.
 
 
   4.4 ) Uña incarnada
 
   Es un problema muy frecuente, consistente en que la uña del pulgar del pie se clava en las zonas laterales del dedo, produciendo dolor e inflamación. En muchas ocasiones el problema se agrava infectándose.
                                     
   La solución es casi siempre cortarla o extirpar la parte que se clava. Se hace mediante una sencilla cirugía. 
Este problema tiene 2 soluciones a nuestro alcance: Evitarlo o combatirlo en su etapa más inicial.
o Se puede evitar cortando la uña recta y sin apurar mucho el corte, y también, en la esquina que se suele clavar, introducir una pequeña bolita de algodón entre la carne y la uña, para levantar esta última y evitar que se incarne.
                                                         
o Se puede combatir realizando un pequeño corte en la zona central de la uña, con el objeto de disminuir la presión ejercida por esta hacia los laterales.
                                                     
   4.5)  Insolación / Golpe de calor. 
 
   Ambas son situaciones graves que requieren atención médica inmediata, si bien el golpe de calor es mucho más grave, casi crítico, y no actuar con rapidez puede provocar la muerte del afectado. 
 
   La Insolación suele presentarse cuando se realiza un ejercicio prolongado en ambiente de  calor con sol directo en la cabeza. El afectado sentirá mareos, dolor de cabeza, fiebre, enrojecimiento de la piel, posibles vómitos y a veces pérdida del conocimiento. Ante este caso, debemos poner al afectado en la sombra, refrescarlo y abanicarlo, y darle una bebida fría con azúcares y sales minerales.
 
   El golpe de calor suele darse cuando se realiza un ejercicio prolongado en situación de mucho calor (sobre todo calor húmedo). En estos casos, la sudoración no consigue su objetivo de bajar la temperatura del cuerpo y llega un momento en el que el sistema de termorregulación se colapsa, ocasionando una elevación de la temperatura por encima de los cuarenta grados, con manifestaciones de piel seca y caliente, cese de la sudoración, pulso y respiración muy rápidos, desorientación y posible pérdida del conocimiento.
 
   Es imprescindible enfriar inmediatamente al afectado, quitándolo del sol y echándole abundante agua fría o envolviéndolo en toallas mojadas, a la vez que se le abanica para favorecer la evaporación, y requerir cuanto antes la atención médica, pues si se tarda mucho, el mal puede conducir a un fallo multiorgánico, al coma, e incluso a la muerte.